domingo, 11 de julio de 2010

Los testimonios de presidentas municipales, síndicas y regidoras reflejan los efectos de una cultura que considera la vida política en general, y el cabildo en particular, como un espacio masculino


Por Guadalupe López García
Periodista con Especialización en Estudios de la Mujer por el PIEM de El Colegio de México, se ha desempeñado como guionista y productora de radio; colaboradora, editora y coordinadora editorial en diversos medios como el IMER y la SEP, La Jornada, El Día, Uno más uno, Fem y Notimex. Trabajó en el Centro Integral de Apoyo a la Mujer Esperanza Brito de Martí en y fue coordinadora de la Unidad Delegacional de Iztacalco del Inmujeres-DF. Ha recibido reconocimientos a su labor periodística y en defensa de los derechos de las mujeres por parte de la AMMPE, Conmujer, Cimac y la delegacion Iztacalco del DF.

Los testimonios de presidentas municipales, síndicas y regidoras reflejan los efectos de una cultura que considera la vida política en general, y el cabildo en particular, como un espacio masculino, sometiendo a las mujeres, desde los partidos políticos y en los gobiernos municipales, a una serie de mecanismos de exclusión y discriminación, tanto en el acceso a los cargos de elección como en su ejercicio, contraviniendo así el ejercicio pleno de sus derechos.
Lo anterior fue parte de las conclusiones del Encuentro Estatal de presidentas municipales, síndicas y regidoras del estado de Veracruz, convocado por el Instituto Veracruzano de las Mujeres y el Grupo Interdisciplinario sobre Mujer, trabajo y Pobreza, A. C. (GIMTRAP) en octubre pasado, y del cual se editó el libro con el mismo nombre.
Esa misma opinión surgió en el Primer Encuentro Estatal de presidentas municipales, síndicas y regidoras de los gobiernos municipales del estado de Guerrero, promovido por la Secretaría estatal de la Mujer y GIMTRAP en junio del 2008, del cual también se editó un libro, en el que además y al igual que en Veracruz- se habló de la violencia que enfrentan las mujeres que ocupan esos cargos, desde los rumores, la calumnia, el acoso político, hasta las amenazas de muerte e intentos de asesinatos.
Los libros recogen las experiencias de una presidenta municipal, tres síndicas, 29 regidoras y directoras de instancias municipales de la mujer de seis municipios de Veracruz, y de 22 regidoras y una síndica de 18 municipios de Guerrero, quienes relatan cómo fueron electas con independencia del partido político-- los obstáculos que tuvieron, quiénes las apoyaron, su forma de ejercer el poder y las problemáticas de las mujeres de su región, entre otros temas.
De igual forma, en ambos volúmenes se presentan datos estadísticos sobre la participación de las mujeres en ese nivel de gobierno en México, en el cual, se ha constatado en diversas investigaciones, nuestro país es uno de los tres con menor proporción de presencia femenina en ese poder --junto con Perú y Guatemala-- con 4.6 por ciento en el 2009; mientras que Chile tiene el mayor porcentaje con 12.2 por ciento. (1)
Las investigadoras de GIMTRAP, Dalia Barrera Bassols, Alejandra Massolo, Irma Aguirre Pérez y Denisse Casas Ortiz, quienes han documentado extensamente la participación política de las mujeres en los municipios, así como el análisis de las políticas públicas locales, indican que esos gobiernos constituyen el espacio más reacio a la inclusión femenina; pero cuando tienen acceso, las mujeres son un sector clave en la construcción de políticas públicas en favor de las mujeres y de la equidad de género en esos territorios. (2)
Pero los aportes más sobresalientes de dichos volúmenes son las evidencias orales de las mujeres quienes han participado políticamente en los municipios y de cómo viven el ejercicio del poder, más allá de los protagonismos políticos y de las prebendas que gozan sus congéneres en otros niveles. No es lo mismo ser una senadora o diputada federal, que una presidenta municipal, una síndica o una regidora.
Si bien es cierto que las primeras también pasan por situaciones de violencia y discriminación en el ejercicio de sus funciones; las segundas afrontan escenarios más peligrosos y con menos recursos económicos, materiales, humanos, técnicos y de capacitación. Además de que sus funciones son muchas veces en solitario, ya que el número de mujeres en los ayuntamientos y cabildos es mínimo o nulo.
Los testimonios recogidos en Veracruz y Guerrero son similares. En Veracruz muchas mujeres fueron elegidas como candidatas por nombramiento directo de líderes de su partido: a mí me nombró el candidato; por recomendación del esposo: mi esposo pidió la primera regiduría para mí; por cubrir las cuotas: obviamente yo no era candidata pero necesitaban de una mujer, o por argumentos mezclados: Como no les aceptaron en la planilla que fueran puros hombres, mi esposo me dijo que yo le entrara, aunque yo quería ser funcionaria pública.
De cómo viven el poder: para mí, el trabajo es estar en contacto con la comunidad, ver qué podemos hacer aunque no nos toque; la política es muy inmensa, es tremenda, hay que saberse también aguantar muchas cosas; hay demasiada violencia con las mujeres yo me acerco, comento con ellas y sus esposos hasta les prohíben que hablen con nosotros porque les dicen que les estamos abriendo los ojos, que después vamos a mandar nosotras y ellos ¿en qué lugar van a quedar?.
Más que ganar dinero, tienen que poner de su salario y sus recursos, negocian y gestionan. Algunas tienen el apoyo de sus familias, a otras les cuesta más trabajo. No las toman en cuenta para las decisiones y hasta han sido amenazadas de muerte. A una le fabricaron un delito y a otra le llegaban anónimos con balas de alto calibre.
En el caso de Guerrero, los obstáculos identificados para llegar y ejercer el cargo son la cultura machista y patriarcal, el poder de dominación masculina, la falta de recursos, la estigmatización, los chantajes, las amenazas, falta de apoyo familiar, las mujeres son utilizadas como relleno y la relación tradicional y clientelar de los candidatos con las mujeres.
Aún así, aunque algunas mujeres deciden no seguir participando al terminar su cargo, la mayoría busca continuar en la política, ya sea asumir un cargo de mayor nivel o en la administración pública. Los retos son a nivel personal: terminar bien su función o continuar apoyando a la comunidad. Sólo una regidora en Veracruz formuló un reto colectivo: lograr que en el próximo cabildo haya más mujeres regidoras.

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